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IFS - CCHS (CSIC)
26, Albasanz 28037 - Madrid
Email: fsubterraneas@gmail.com

Coordinación:

José Ramón Marcaida López
Juan Manuel Zaragoza Bernal

Enviar propuestas a: 1culturamaterial@gmail.com

En su “Manifiesto para un estudio del tejano” el profesor de antropología de la UCL Daniel Miller sostenía una afirmación que algunos pueden considerar escandalosa: “los vaqueros funcionan como una analogía de la filosofía; una analogía que es empleada por la gente para resolver las grandes contradicciones de vivir en el mundo moderno con su formas asociadas de ansiedad”. Podemos considerar que comparar la filosofía a un pantalón vaquero no es más que una frivolidad que podemos desechar sin muchos miramientos, que es tan sólo un exabrupto, una necedad, un slogan para llamar la atención. Pero sin embargo, al mismo tiempo, también somos conscientes de que para lidiar con algunas de las dificultades que el mundo actual nos plantea (¿cuál es mi relación con mi cuerpo?, ¿qué imagen de mí mismo quiero transmitir a los demás?, ¿cuál es mi posición dentro de mi comunidad?) muchos de nosotros miramos antes las revistas de moda o el contenido de nuestro armario que la sección de filosofía de la librería de nuestro barrio.

A lo que apunta el “Manifiesto” de Miller no es a otra cosa que al papel que la cultura material, el mundo de los objetos, juega en la construcción de nosotros mismos y de las comunidades donde vivimos. Esto no resulta algo nuevo para la filosofía. Ya Marx, en la Introducción al Capital, afirmaba que la mercancía –una de las categorías fundamentales de la cultura material– debía ser el punto de partida de todo análisis de la sociedad. En el siglo XX, Lukács, con su análisis de la reificación, la escuela de Frankfurt, incluyendo a Horkheimer y Adorno, o Marcuse y Fromm (que relacionaban mercancía y psicopatología social), siguieron la estela de Marx en esta dirección. Al mismo tiempo, Lévi-Strauss lanzaba el estructuralismo, sosteniendo una lectura del mundo material como significante en el entorno social, algo también sostenido por gente como Barthes o el primer Baudrillard: el objeto era entendido como parte de un código simbólico.

Esta es tan sólo una de las genealogías posibles de esta relación entre filosofía y cultura material. Otra nos conduciría hacia los estudios sobre la ciencia, el libro de Schaffer y Shapin sobre la bomba de vacío y el Leviatán de Hobbes, la teoría del actor-red de Latour y Callon, los cyborgs de Haraway, o la biografía de los objetos científicos de Daston. Pero también hacia una tradición, de raigambre más analítica, espléndidamente representada por Jesús Vega en un artículo publicado por Theoria en 2009 sobre el estado de la cuestión en la filosofía de la tecnología.

Son estos los motivos que nos llevan a proponer un panel dedicado a la cultura material en el Congreso de Filosofía Joven 2011. Un panel que aceptará trabajos desde cualquier área de conocimiento de la filosofía en particular y las humanidades en general en los que el mundo material que nos rodea (nuestra cultura material) juegue un papel protagonista.

Se valorarán positivamente todas las aportaciones de cualquier disciplina artística que reflexionen sobre el papel de los objetos en la constitución de nosotros mismos y de las sociedades en que vivimos.