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IFS - CCHS (CSIC)
26, Albasanz 28037 - Madrid
Email: fsubterraneas@gmail.com

Coordinación:

Ester Massó Guijarro

Enviar propuestas a: 5decrecimiento@gmail.com

La actualidad de la crisis financiera internacional, que está intentando saldarse con un nuevo blindaje de la libre circulación del capital y de la institución bancaria, pone de manifiesto otros espacios donde la crisis resulta también un preocupante hecho. Así, la hecatombe ecológica en múltiples escalas de nuestros ecosistemas revela, por otro lado, las insuficiencias y los límites cruciales del sistema capitalista neoliberal, que lleva ya décadas exhibiendo su entera falta de alcance ético en cuanto a justicia redistributiva. Dicho de otro modo, el sistema de producción económica que se ha generalizado a nivel planetario, hoy en crisis (pero tratándose de llevar a cabo su salvación, por parte de las elites financieras y políticas, salvaguardando sus baluartes ideológico-prácticos fundamentales: cambiar algo para que nada cambie), tiene como resultado una distribución absolutamente desigual de los diversos tipos de bienes en el mundo. Hoy, además, la crisis ecológica y el agotamiento definitivo de los combustibles y sumideros claves del planeta, todo ello consecuencia también del sistema de producción capitalista y la tendencia al eterno crecimiento material (insistimos, desigualmente redistribuido), acaban por hacernos cuestionar el rumbo de nuestras sociedades y el modelo económico (generador de un modelo vital) asumido como statu quo incuestionable durante tanto tiempo.

Por desgracia, los movimientos contestatarios a este sistema, en lo económico y en lo ecológico, ya sean a escala estatal (vg. Venezuela o Bolivia), ya sean a escala de la sociedad civil (vg. Movimiento Sin Tierra), son franca minoría, y muy onerosas las trabas que la mayoría poderosa del capital les impone (intervenciones en la injerencia interna a través de lo político y de lo económico).

Lo que hoy denominamos formas de economía sumergida apela a menudo a modos clandestinos, fuera de la esfera de la legalidad, y especialmente fuera de la concepción monetarizada del trabajo, de producción de riqueza en sentido amplio. Estas prácticas, sin embargo, no son nuevas en el tiempo sino que, antes bien, llevan desarrollándose desde antiguo y constituyen en muchos casos los recursos y las alternativas de las personas sin poder en las referencias del mundo capitalista. Los estudios hoy llamados de economía informal, nombre este mismo cuestionado desde la teoría por su dudoso matiz y a veces transformado en el de “economías no monetarizadas”, por ejemplo, abordan prácticas de economía sumergida que no son siempre, ni necesariamente, formas ilegales o incluso criminales de producción de riqueza (a menudo, de hecho, se pugna por llamar “alegal”, antes que “ilegal”, a la condición de estas prácticas económicas no capitalistas).

Lo que consideremos “producción de riqueza”, en la episteme capitalista mediado por la oposición binaria producción-reproducción y por la concepción monetaria del mundo (aquí no podemos por menos que recordar a Polanyi), puede variar inmensamente según el imaginario cultural donde nos hallemos. Así, los estudios sobre economía informal proliferan por ejemplo en África, donde otras formas de economía, de (re) producción (casi siempre son madres lactantes las que desarrollan, al tiempo que ejercen de madres simultáneamente, actividades mercantiles: ¿cuál es la frontera para ellas entre su producción y su reproducción?) y de riqueza (la riqueza en capacidades de comunicación social, de redistribución, de valores generadores de paz social… ¿no son riquezas? Riquezas que a su vez generan bienes materiales, por ende), resultan allí cruciales para la consecución de la vida humana y de los ecosistemas.

En Occidente, el mundo opulento y la parte beneficiada del sistema capitalista internacional por antonomasia, la propuesta del decrecimiento (liderada por Serge Latouche entre otros) viene a cuestionar de forma crucial tanto la concepción de la economía monetarizada, la riqueza y las dinámicas sociales que el capitalismo genera a escala global, como la misma epistemología de la vida que este sistema ha acabado pergeñando a lo largo de su existencia, ya secular, inoculando las mentes y la ideología de una concepción productivista del tiempo y de la existencia que pasa casi desapercibida, por su profunda penetración en el habitus y el inconsciente colectivo (si se nos permite el uso lato del término psicoanalítico).

Así, el decrecimiento no es una teoría ni una práctica, de forma cerrada, sino más bien un proteico pensamiento táctico, desafiante, subterráneo e inspirador de muy variadas teorías y praxis sociales posibles, que abordan desde lo político hasta lo ecológico, pasando por lo económico o lo reproductivo, y dada la profunda interconexión de todas estas escalas en el mundo contemporáneo. Este panel se abre como palestra que da la bienvenida a cualquier tipo de abordaje o discurso, reflexión o narración práctica (asociaciones, movimientos, colectivos…) que haga pensar sobre las propuestas decrecentistas (de la índole que sea) ante la coyuntura de la crisis (financiera) internacional, así como estudios o análisis en torno a esta misma crisis (no necesariamente prospectivos) y sobre la mencionada cuestión de las economías sumergidas –o informales / alternativas / no monetarizadas; dicho de otro modo, otras formas de producción y reproducción de las riquezas humanas, también desde una perspectiva más amplia de lo que éstas sean, no necesariamente materiales y a menudo, pues, intangibles-.